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“Yo cocino, pero tú friegas” es la sentencia castigadora que le sigue a un buen festín porque así es la vida, nada es perfecto. Pero si lo haces como el chico del vídeo, terminarás en un abrir y cerrar de ojos y te divertirás en el proceso.
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“Yo cocino, pero tú friegas” es la sentencia castigadora que le sigue a un buen festín porque así es la vida, nada es perfecto. Pero si lo haces como el chico del vídeo, terminarás en un abrir y cerrar de ojos y te divertirás en el proceso.
07/09/2018
No sabríamos decirte qué está escuchando el chico a través de sus audífonos, pero podemos imaginar que la música es clave para mantener el ritmo mientras distribuye los platos en las cestas plásticas. Los deja caer uno tras otro, calzan perfectamente en las divisiones y, sin que ni siquiera puedas darte cuenta de cómo lo hizo, ya tiene en su mano la regadera con la que los rocía y envía directamente al vapor que los dejará esterilizados y como nuevos.
Así una y otra vez. La torre que aún le aguarda al lado no le intimida. Se ha vuelto un experto haciendo ese trabajo en un establecimiento de comida. Pero ahí no acaba todo. Cuando las cestas salen del lavavajillas eléctrico, él las espera del otro lado y vuelve a armar las torres, ahora de platos limpios, con la misma rapidez y agilidad con la que los desagrupó. Así cada vez, con cada tanda. El hombre es un maestro con las manos. Impresiona no solo su técnica, prácticamente hipnótica, sino su rapidez y consistencia. No se la cae nada, no pierde tiempo.
Su manera de lavar los platos no solo es práctica, sino que contribuye con el medio ambiente al no desperdiciar el agua. Si te fijas, usa la regadera por muy poco tiempo y la apaga. No te diremos que te vuelvas un experto manejando torres de vajillas, pero sí te podemos dar algunos consejos para que la tediosa labor lo sea un poco menos. Lo primero es que te pongas los guantes de goma para no dañar tus manos con los lavaplatos. Lo siguiente es que cada comensal disponga los desechos en la basura, restos de alimentos, servilletas de papel y cualquier otro desperdicio. Nadie quiere enfrentarse a una pila de platos sucios y tener que sacar uno a uno para botar lo que está de más.
Y, siguiendo el ejemplo del chico del vídeo, apóyate en la música para hacer la tarea menos tediosa y más divertida. Verás que terminarás más pronto de lo que pensabas. Eso sí, quien friega no seca. Así que, ¡que alguien más se encargue!
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