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Indignante: un delfín y 46 pingüinos abandonados en un acuario de japón

La delfín Honey y 46 pingüinos sobreviven a duras penas en un parque acuático clausurado en Japón gracias al esfuerzo de ex trabajadores y voluntarios

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Indignante: un delfín y 46 pingüinos abandonados en un acuario de japón

La delfín Honey y 46 pingüinos sobreviven a duras penas en un parque acuático clausurado en Japón gracias al esfuerzo de ex trabajadores y voluntarios

 

María L. Cid

07/09/2018

Hay historias que reflejan hasta qué punto podemos los humanos ser crueles e irresponsables. Hace años, con toda clase de bendiciones y cobertura mediática se recogió en un documental multipremiado la captura de una delfín que fue bautizada como Honey en el marco de la cacería anual de delfines que tiene lugar en Taiji. Aquel documental se llamaba The Cove y dio a Honey los quince minutos de fama predichos en su día por Andy Warhol y, como en la metáfora más cruel de la vacuidad de esas famas efímeras, hoy somos testigos de la falta de compromiso con lo que viene después de los focos. O, mejor dicho, lo que no viene, ya que Honey se encuentra hoy en una situación de absoluto abandono junto con otros animales en un parque acuático abandonado.

Efectivamente, el parque acuático de Chosi, en la prefectura de Chiba que se encuentra al Este de Tokio, fue clausurado hace tiempo y todos sus ocupantes fueron abandonados por el propietario. A día de hoy, la delfín Honey y cuarenta y seis pingüinos apenas sobreviven, sin cuidadores, sin vigilancia, sin supervisión veterinaria...sin que a nadie le importe demasiado.

Por algún motivo aún no debidamente explicado, el citado grupo de animales del quebrado Parque Marítimo Inubosaki, se han quedado allí, en esa tierra de nadie, sin nuevo destino y sin los cuidados que debieran tener obligatoriamente.

Sachiko Azuma de la ONG “Peace” fue quién destapó el asunto tras el cierre a finales de Enero y sin su decidida denuncia, puede que nada de esta tortura para con estos animales, hubiera salido a la luz pública internacional.

Las redes sociales han explotado de indignación ante este hecho, y el parque marino ya ha recibido más de 800 cartas y correos electrónicos pidiendo que devuelvan a los animales a su hábitat natural.

¿Quién mantiene con exigua vida a estos animales? Ex-trabajadores y un puñado de voluntarios que les proporcionan algún alimento. Pero todos suponemos que requieren más cuidado que el de una magra alimentación. Un recinto abandonado no es lugar para animales en cautividad.

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Estos citados voluntarios describen la situación de los pingüinos como inadecuada. “Están sucios; cubiertos de polvo ya que están rodeados de escombros”. Si Honey, la delfín, pudiera verlos, puede que envidiase la compañía que se prestan los unos a los otros. Ella no está cubierta de polvo, pero está sola en un estanque que tampoco es debidamente higienizado. Conviene repetir que la mejor palabra que define la situación de todos es “tortura”. Al menos, para cualquiera con un mínimo de sensibilidad por los animales en cautiverio. Las autoridades, quizá por mera cuestión presupuestaria, no ven la situación como tan grave.

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