A muchos nos conmueven los desastres animales. Cuando aparecen muertos centenares de ejemplares de cualquier especie, sabemos que hemos perdido algo. Nos desconcierta cuando no conocemos los motivos y nos indigna cuando es evidente que la catástrofe es consecuencia de los abusos humanos.

En este caso, se trata de un centenar de crías de tiburón martillo que aparecieron muertos y amontonados en la lguna Keehi de Oahu al sur de Honolulu.

Las investigaciones en curso apuntan, una vez más, a la actividad humana y se especula con que hubieran quedado atrapados en redes de pesca de arrastre, una forma de extracción de las más criticadas ya que arrastran y arrasan las zonas en las que se aplican, sin otra discriminación que el tamaño de los huecos entre la malla.

En el caso de los tiburones, quedar atrapados en una de estas redes es casi garantía de muerte ya que, necesitan mantenerse en constante movimiento para poder respirar, o, de lo contrario, fallecen rápidamente por asfixia. Si ya el planteamiento resulta especialmente espeluznante, lo es más al considerar que se trata de una especie amenazada y que acude a esta laguna de Keehi de Oahu y a la Bahía de Kaneohe, porque es su zona de apareamiento y parto de crías. Este centenar de pequeños, sin embargo, no tuvieron más que una breve existencia que culminó en un barco que se limitó a lanzar sus cadáveres inservibles por la borda. Muertes gratuítas, inútiles, absurdas. Mera destrucción en una aguas que siempre han sido hogar de muchas especies de tiburones, un animal con mala prensa pero que es una maravilla medioambiental y biológica que está en grave peligro y que debe ser protegida. En este sentido existen iniciativas legislativas y un proyecto de ley que se espera que vea la luz el próximo año 2019.

Mientras tanto, el Departamento de Estado de Tierras y Recursos Naturales de Hawai ya ha solicitado la ayuda ciudadana, para que se esté atento y comunique cualquier acción que pongan en peligro el patrimonio natural, vulneración de la normativa o informaciones que permitan identificar a los responsables de este tipo de abusos. Como decíamos al principio. somos muchos a los que nos resultaría intolerable participar u ocultar una acción que mata gratuitamente a centenares de crías de un animal (y más si es protegido). Esperemos que, en la progresión de la concienciación por la sostenibilidad del planeta, esta sensibilidad se extienda por la población y los poderes políticos y económicos. Se trata de abundar en un mayor respeto a nuestro sobreexplotado planeta y conseguir un mundo más equilibrado y, en resumidas cuentas, mejor.