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Tres jóvenes, un indigente y un acto de caridad en la ciudad polaca de Nysa
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Tres jóvenes, un indigente y un acto de caridad en la ciudad polaca de Nysa
12/03/2019
Sorprende la mala fama que está tomando la caridad. No ha de ser excluyente de la Justicia Social. Es una especie de ayuda rápida, de primeros auxilios que -nadie lo niega- precisa de continuidad, a ser posible de alguna entidad que coordine e implemente esos servicios. Llamadlo Estado, llamadlo Iglesia, llamadlo ONG…
Polonia es una nación de importante peso católico, eso es innegable. Pero los buenos espíritus -o por ponernos más físicos, las buenas personas- existen en todas partes y bajo cualquier civilización, religión o ausencia de la misma. Estos tres jóvenes de los que os hablamos, Szymon, Wojtek y Marcin, habitantes de la ciudad de Nysa demostraron tener ese buen carácter y noble personalidad cuando se encontraron con un vagabundo en la fría y solitaria noche urbana de un país habituado a los bajos climas. Especialmente en el mes en que todo esto tuvo lugar: Diciembre.
Estos tres jóvenes hicieron algo más que cruzar su camino en las calles de una ciudad con un mendigo: le hablaron, le escucharon. Eso es, en sí mismo, un gesto relevante. Establecer una comunicación entre seres humanos, hijos de una misma dignidad, en vez de apartarse, esquivar la mirada y parapetarse tras el silencio.
El sin hogar les relató la dureza de vivir en la calle. No requiere mucha imaginación pensar en cuáles son las principales incomodidades de verse privados de nuestra zona de confort. El mendigo hizo una petición muy concreta, probablemente urgido por la frialdad de la noche. Les pidió que si tendrían algo para dormir mejor. Una manta. Una almohada.
Obviamente, estos jóvenes que iban en un intrascendente paseo, no llevaban nada de eso consigo. Pero a veces, las circunstancias confluyen y todos hemos visto en nuestras acomodadas sociedades occidentales como -muchas veces sin el debido aviso municipal, todo sea dicho- particulares dejan muebles y ajuar desgastado o que ya no quieren aprovechar, en la calle, para ser recogido como basura.
El azar quiso que hallaran un poco ropa de cama, un nórdico abandonado que procedieron a entregar al vagabundo. Parte de todos estos actos fueron captados por las cada vez más omnipresentes cámaras de seguridad. Unos guardas que vieron las imágenes, procedieron a difundirlas y esta buena acción halló eco en la oficina del Alcalde Nysa Marek. No hay representante político que se resista a la publicidad que proporciona la difusión de un buen acto como este.
Hay un dicho en la Biblia: “que tu mano derecha no sepa lo que ha hecho la izquierda”. Paradójicamente, en las muñecas de estos jóvenes luce un reloj, como premio a tal acción otorgado por la Alcaldía.
Hay innumerables maneras de ayudar más allá de la buena anécdota de estos jóvenes polacos. Desde donar dinero, ropa, artículos de aseo o mantas, hasta la cesión de artículos que ayuden a su actividad intelectual. Esto no es algo menor, ya que conviene incentivar sus estímulos de superación personal y evitar que se estanquen en un abandono.
Puedes también optar por colaborar con ONGs locales. Dedicar tu tiempo y vocación social. De la misma manera, socializar el problema: escribir y contarlo en medios de comunicación locales y nacionales, así como en tus blogs y Redes Sociales. O sea: concienciar.
Manifiesta tu apoyo a iniciativas político sociales, al abaratamiento del coste de la vivienda o del alquiler, a la disolución de barreras que les impidan formar parte de esas transacciones si alguien o alguna entidad les respalda en su reintegración útil en la sociedad. Apoya cualquier cambio legal que fomente su reintegración laboral. Si tú mismo te planteas abrir una empresa y necesitas empleados, ¿crees que entre todas las personas que la vida ha dejado fuera de juego, no hay gente que podría retornar a una provechosa función?
Lo fundamental, lo que resume todas estas posibilidades que como miembros de una sociedad podemos ofrecer a los desheredados, se resume en un primer mandato: vuelve a mirarlos como a los seres humanos que son.
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