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Los ciudadanos de Temirtau (Kazajistán) trabajan para vivir en aquello que los está matando.
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Los ciudadanos de Temirtau (Kazajistán) trabajan para vivir en aquello que los está matando.
14/11/2018
Comencemos por admitir que el concepto “Nieve negra” suena a relato o cine de terror. Y probablemente tú también sentirías ese miedo cerval si fueras un habitante de la ciudad kazaja de Temirtau, en la provincia de Karagandá.
Un miedo cerval que vive con cada latido de tu corazón, porque implica que tu organismo en marcha, absorbe e inhala con cada respiración la tóxica y latente muerte que habita en su medio ambiente y que se manifiesta ante los ojos de los conciudadanos de Temirtau en forma de negro manto sobre lo que debería ser un alba capa de nieve.
Temirtau es una ciudad fabril. Y la misma producción que provee la comida sobre la mesa de sus habitantes, introduce en sus pulmones y filtra en diversos órganos las partículas que les condenan.
En gran parte del mundo, contemplamos el problema del Cambio Climático con una mirada hacia el futuro. Más o menos próximo, más o menos catastrófico, pero hacia el futuro. En Temirtau, es presente. Los padres lo ven al bañar a sus hijos, intentando sacar de su piel las partículas que se adhieren a ella en el mero camino de ida y vuelta hasta sus escuelas o en su patio de juegos.
En nuestra conciencia colectiva pesan historias como la del smog tóxico en Londres en 1952. Lo que parecía una sencilla niebla, dejó una estela trágica de diez mil muertos y cien mil enfermos graves. Algo que hoy nos recuerda a fantasías -y ojalá queden en ese estado- de ataques químicos de terroristas. Pero en Temirtau, la toxicidad en el aire no es una leyenda del pasado.
En esta ciudad de Kazajistán, como en cualquier otra parte del mundo, la gente quiere y necesita trabajar. Pero claman porque el precio no puede ser el de sus vidas y el de su salubridad. Ni la de sus hijos.
La empresa ArcelorMittal Terminau ha sido multada por las autoridades una vez que se han comprobado de más maneras de la meramente visual. Pero la empresa madre, ArcelorMittal, es la mayor compañía siderúrgica que hay en el mundo. Está presente en 60 países y emplea a 200.000 personas. Una multinacional que lleva a gala ser el único productor de acero realmente global. Así que, ¿alguien cree que la cuantía de dos millones de dólares basta para impulsarles a poner alguna clase de freno o control? Es calderilla.
La nieve negra, sigue.
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