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Nuestros sentimientos por aquellos a los que amamos son el mejor regalo y jamás pasan de moda.
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Nuestros sentimientos por aquellos a los que amamos son el mejor regalo y jamás pasan de moda.
30/11/2018
Concédete un momento. Si hay en ti rasgos de cinismo o de sarcasmo extremo, apárcalos por tres minutos. Si no crees en el efecto benéfico de la Navidad - incluso desde una óptica laica- echa un vistazo a este vídeo.
Siente cómo toca tu interior. Una dosis de buena intención y sana melancolía. Tras el éxito que en las Redes Sociales ha obtenido la campaña de Navidad de los Almacenes John Lewis, protagonizada por Elton John y titulada “Algunos regalos son más que un regalo”, el realizador Phill Beastall recuperó un cortometraje que realizó en 2014 por el extremadamente barato presupuesto de 50 dólares. No siempre hace falta mucho dinero para lograr grandes metas o llegar a mucha gente.
Se titula “El Amor es un regalo que dura para siempre” y, como podéis ver, nos muestra a un hombre joven que aguarda pacientemente la llegada del día de Navidad, marcando el paso del tiempo en el calendario. Mantiene la tradición de abrir su regalo ese día, aunque por lo que vemos vive solo. No se deja vencer por la tentación de la prisa y tiene la paciencia de un inocente niño. Lo cual nos da una pista de por dónde nos va a llevar.
Cuando llega la mañana de Navidad, abre el regalo plantado bajo el árbol que él mismo ha decorado. Se trata de una caja que contiene una serie de cassettes, de entre las cuáles, él procede a escuchar una. Es evidente que, ya que han caído en desuso y solo las guardan y conservan los coleccionistas y los nostálgicos, habrán sido grabadas hace algún tiempo.
El joven escucha la cinta con un walkman -quién sabe si el mismo que haya sido usado para su grabación- al que ha conectado unos auriculares. Escuchamos lo mismo que él: una voz de una mujer, aún joven, aunque suene un poco cansada:
“Hola, Chris. Soy mamá. Feliz Navidad, pequeño. Ha pasado otro año.”
En la caja, vemos que hay toda una serie de cassettes con el título de pasadas Navidades.
“Comienzo diciéndote algo que aún no te he dicho: gracias por recordarme, tras el paso de todos estos años. No puedo creer que estés a punto de cumplir 30. Ojalá hubiera podido estar ahí para ver la clase de hombre que has llegado a ser. Sé que sentiría orgullo de ti.”
A estas alturas, los ojos del joven… de Chris, ya comienzan a estar brillantes. Probablemente, los vuestros también.
“Esta es la última cinta. Ojalá pudiera hablar contigo todas las Navidades, pero hay que decir adiós. Nunca olvides que siempre seré tu mamá. Pero antes de irme, voy a contarte la historia del día más feliz de mi vida: el día en que llegaste a este mundo…”
El sonido se apaga y la imagen se desvanece mientras Chris queda escuchando la última cinta. Su madre se había ido, había fallecido, pero nunca le abandonó. Ni en este punto de su primera madurez, al borde de los 30 años, en el que le entrega este adiós en diferido.
Este cortometraje que arrastra ya más de 9 millones de visionados en Redes Sociales, puede entrar dentro de lo que los ingleses llaman un “tearjerker”, algo hecho para que las lágrimas asomen. Pero más allá de la intención -bien del anuncio con Sir Elton John y su lección de amor y vocación, bien de esta modesta pero pulcra producción- está la lección de que hay amores y vínculos que deben ser cultivados para cuando ya no estén físicamente a nuestro alcance, para que así aprendamos a buscarlos, como tesoros de antaño en privilegiados estantes de nuestra memoria, siempre al alcance de nuestra mano.
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