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Wylie Overstree y Alex Goroh plantaron un telescopio en medio de la calle, y hacen una pregunta para atraer la atención de los viandantes: “¿Has visto la Luna?”. El resultado es mágico.
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Wylie Overstree y Alex Goroh plantaron un telescopio en medio de la calle, y hacen una pregunta para atraer la atención de los viandantes: “¿Has visto la Luna?”. El resultado es mágico.
11/08/2018
Nadie antes había visto la luna como Galileo Galileo. El astrónoma y matemático perfeccionó unas lentes que permitía acercar objetos hasta convertirlos en catalejos en el año 1609. Fue entonces cuando se convirtió en el pionero en contemplar los detalles de este satélite. Desde ese momento el ser humano no ha parado en su afán por descubrir qué es lo que esconde tanto la luna como todo el espacio exterior.
Dos amigos de Los Angeles, Wylie Overstree y Alex Goroh, se preguntaron si la gente había visto alguna vez la luna de verdad. Es decir, esa luna de cuerpo astral en todo su esplendor. Para dar respuesta a su pregunta iniciaron un proyecto muy simple y especia: mostrar la luna real a la gente que pasa por la calle con ayuda de un potente telescopio.
“Me aburría en mi apartamento y pensé en sacar mi telescopio a la calle. ¿Por qué no? En minutos la gente empezó a preguntar ¿Qué es eso? Es un telescopio. ¿Quieres ver la Luna? Así empezó todo”, indica uno de los promotores de la idea.
El resultado del experimento es maravilloso y emocionante. En pocos minutos la gente se paraba para preguntar qué era esa cosa haciendo referencia al telescopio. Tanto Overstree como Gorosh comenzaron a animar a la gente a ver la luna. Es aquí donde empieza la magia. Un joven no lo piensa dos veces y mira por el telescopio, “¡Dios mío!”, exclama. Esta expresión se repite en todos los curiosos que se emocionan al mirar la luna incluyendo otras frases como “¡No me lo puedo creer!”, “¡No puede ser!” o “¡Quiero más!”. Otros miran el aparato con recelo y muestran incredulidad antes de usarlo. Pero al final, siempre se emocionan, “¡Puedo ver los cráteres!¡Es tan chulo”, “¡Parece que está al final de la calle!”, exclama otro curioso.
“Hace que te des cuenta de que estamos en un mundo muy pequeño y que tenemos las mismas reacciones ante el universo en el que vivimos”, comenta uno de sus creadores.
Observar la luna es una tentación a la que pocos se pueden resistir. Contemplar toda su belleza, las montañas, el detalle de ‘los mares’ y los cráteres que cubren su superficie es un hecho que está al alcance de todos. Sin embargo, para hacerlo debidamente hay que recurrir a aparatos como unos prismáticos o un telescopio. La vida moderna nos invade y a veces cuesta sacar un poco de tiempo para hacer cosas simples y maravillosas como contemplar la luna. “Es bueno recordar que hay que mirar arriba más a menudo”, indica uno de los promotores de la idea del telescopio.
La gran cantidad de cráteres lunares, producidos por los impactos de asteroides y meteoritos, atrapan a cualquier observador. Los más interesantes que se divisan desde la tierra son Clavius con 225 kilómetros de diámetro, Schiller con 180 kilómetros y Shickard con 230 kilómetros. En su cara oculta está Apolo con 520 kilómetros de diámetro. Hay que indicar que debido al acoplamiento de marea, la Luna siempre muestra la misma cara a la Tierra.
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