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La estrategia de este perro para vencer su miedo bien podrías aplicarla tú

La reacción del animal ha enamorado a las redes. Quizás porque todos nos reconocemos en él..

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La estrategia de este perro para vencer su miedo bien podrías aplicarla tú

La reacción del animal ha enamorado a las redes. Quizás porque todos nos reconocemos en él..

 

María L. Cid

14/05/2018

Una frase hecha nos habla de quienes quedan “paralizados por el miedo”. Es una forma de hablar que refleja una situación que todos podemos reconocer: un cierto estado de shock o un instinto que, ante una amenaza, nos dice “no hables, no te muevas, ni respires…”, a ver si el enemigo se centra en otra cosas y te deja ir.

Son sistemas reflejos: el miedo como sistema de autodefensa y auto-preservación. Y todo, instintivo, gravado en el cerebro, se traslada de generación en generación como un recurso ante una situación de crisis, sin necesidad de leer manuales de autoayuda. Una actitud pasiva que puede ayudar a que tu agresor te ignore o focalice su atención en cualquier otra cosa del entorno que sí se atreva a moverse. Aunque inconsciente, ésa es la apuesta.

Y es lo que hace este perrillo, de nombre Cee-Lo, cada vez que su cuidador lo lleva al veterinario, al comportarse más que con la desafiante actitud de su primo el lobo, como una emplumada avestruz, auténtico referente de toda una actitud: “si yo no veo al peligro, el peligro no me ve a mí”.


Y Cee-Lo tiene una técnica similar. Quietud absoluta, ojos fijos, calma, mientras parece pensar: “no se dará cuenta de que estoy aquí. En un rato, mi cuidador se hartará y me llevará a casa, donde están mis juguetes, mis golosinas y mi cama”.

Esta técnica del pequeño Cee-Lo, está también muy cerca de otra estrategia de supervivencia, la tanatosis, que consiste en llevar la parálisis por miedo al extremo de llegar a simular la muerte, de nuevo con la esperanza de que un enemigo superior pase de largo. Y esta estrategia tiene una base científica, para muchos depredadores los muertos no son apetitosos. Algunos llaman jocosamente a esta habilidad, “hacer la zarigüeya” en honor a esta criatura, verdadera artista de la inamovilidad, que ha perfeccionado este arte hasta alcanzar un nivel sólo parejo al de Laurence Olivier interpretando Hamlet.

Aparte de la zarigüeya, los sapos bombinas o las serpientes hocico de cerdo, también son especialistas en este tipo de impulsos, combinando su presunto deceso con la exposición bien visible para sus enemigos de marcas en su piel que permiten ver y oler glándulas que repelen a sus enemigos: una manera de decir “no te lo comas, está malo”. Algo parecido hace la araña ladrona: el macho ofrece un insecto bien envuelto a la hembra. Y se hace el muerto. La hembra arrastra el obsequio a su cueva… pero el supuesto cadáver del macho va pegado en una estrategia reproductiva especialmente desagradable ya que, una vez en la guarida de ella, como era de esperar, el bicho revive para reclamar un favor a cambio de su obsequio.


La naturaleza no deja de sorprendernos y su sabiduría está detrás de comportamientos tan normales como el del perro Cee-Loo, rasgos etológicos, conductuales y genéticos que ayudan a la supervivencia y afectan desde el más nimio insecto hasta el humano más sofisticado.

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