Oh! Parece ser que estás usando adblocker. Puedes seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site.
Vídeo
Las hormigas usan sus propios cuerpos para crear asombrosas construcciones en forma de puente para acceder a su meta.
Vídeo
Las hormigas usan sus propios cuerpos para crear asombrosas construcciones en forma de puente para acceder a su meta.
02/11/2018
A veces los más pequeños pueden ser los más poderosos. O los más certeros. O los más hábiles. No se trata de evocar la cita bíblica de que “los mansos heredarán la Tierra”. Al contrario. Esto es una apreciación científica. Y quién haya destinado tiempo a observar y estudiar a esas criaturas tan pequeñas pero organizadas que son las hormigas, lo sabe.
Llevan aquí mucho más tiempo que nosotros, los sapiens-sapiens. Ya estaban antes que los dinosaurios. Los de verdad, no los de Spielberg. Están dotadas -proporcionalmente a su tamaño- de una fuerza extraordinaria y también cuentan entre sus virtudes, de una capacidad superior de organización que se cimenta, en gran parte como sus habilidades comunicativas, a través de señales químicas.
Este vídeo que aquí se aporta demuestra parte de lo dicho. Nos muestra un fragmento de sus habilidades asombrosas. En concreto la de ser capaces de construir puentes vivientes, construcciones erigidas con la conjunción de miles y miles de sus pequeños pero fortísimos cuerpos.
Las hormigas despliegan este constructivo don cada vez que en su camino encuentran un obstáculo que en principio parece insalvable para acceder a su meta, que -casi siempre- es alimento.
Simon Garnier, director del Swarm Lab del New Jersey Institute of Technology ha desarrollado este reciente estudio que permite entender mejor la mecánica de estos pequeños pero prodigiosos diseñadores que parecen crear estas construcciones como si reaccionaran a la orden de una única mente colectiva.
En este vídeo se aprecia parte de esta mecánica colectiva: cuando una hormiga al frente de una columna se encuentra con un obstáculo insalvable, se detiene y emite una señal química avisando del percance. De esta manera, ella misma se convierte en la pieza primera del gran puente que van a construir. Una a una -con rápidez y careciendo de la menor duda en sus acciones- este ejército va improvisando la construcción necesaria para solucionar la viabilidad del trayecto, en vez de proceder a buscar uno nuevo.
Esta investigación ya sería sorprendente por sí misma, pero ahora -aprendiendo de ellas- lo que pretendemos los humanos es aplicarlo a nuestra tecnología robótica.
Intentaríamos aplicarlas a ejércitos de pequeños robots que podrían solucionar averías o potenciales derrumbes en construcciones en riesgo de colapso. Sustituirían el material primigenio con sus propias estructuras apiladas, tal y cómo lo estamos aprendiendo de ellas. Y, yendo un paso más allá, podría aplicarse a la nanotecnología médica para establecer procedimientos curativos en el interior de nuestros propios organismos.
No son sueños, es Ciencia.
share