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Manicura con hormigas, la cruel moda que revoluciona las redes sociales

La propuesta de encerrar hormigas vivas en unas extensiones transparentes para las uñas es abusiva, cruel y de mal gusto

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Manicura con hormigas, la cruel moda que revoluciona las redes sociales

La propuesta de encerrar hormigas vivas en unas extensiones transparentes para las uñas es abusiva, cruel y de mal gusto

 

María L. Cid

18/09/2018

Hace ya años se puso de moda hacerse la pedicura con peces garra rufa, una modalidad venida de Tailandia y otros países asiáticos que causó verdadero furor y se extendió por todo el mundo. Al menos hasta que se hizo público que una turista perdió varios dedos por culpa de una infección, lo cual destapó los peligros de una práctica que hasta entonces parecía sólo algo curioso y hasta divertido.

Hasta que Nail Sunny, un salón de belleza ruso famoso en Instagram por los peculiares y extravagantes diseños de manicura, ha decidido dar una vuelta de tuerca e incorporar hormigas vivas al cuidado y estética de las manos.

Su atrevimiento y originalidad ha hecho que les sigan casi dos millones de personas entusiasmadas por las uñas en forma de lápices de colores, peines o hot dogs a través de extensiones artificiales que luego son convenientemente decoradas y pintadas.

En un intento de hacer un "más difícil todavía" o quizá de mantenerse en el candelero en el competitivo mundo de las redes sociales, idearon una extensión transparente para las uñas, con un hueco en el que se introducen, una a una, las hormigas. En línea con la moda del DIY (do it yourself o hazlo tú mismo), colgaron el vídeo tutorial paso por paso en el que se indica cómo aplicar las extensiones acrílicas y una capa de plástico creando una pequeña cavidad transparente en la que se introducen con pinzas las hormigas tratando de que no escapen antes de cerrar herméticamente con plástico el hueco en el que que quedan atrapadas para siempre.

Las críticas no se han hecho esperar y han sido realmente airadas ante el mal gusto y la crueldad demostradas por los responsables del salón de belleza. Aquí tienes algunos ejemplos.

Incluso la organización para la defensa de los animales, PETA, se ha manifestado al respecto.


A la vista de estas reacciones, la empresa realizó otro vídeo liberando a las hormigas con el siguiente texto: “Tranquilizaos. Las dejamos respirar. Las hormigas de nuestro tutorial están vivas. No os enfadéis. No somos asesinos de animales. Por favor, mirad el vídeo hasta el final. Una pregunta : cuando vais por la calle y pisáis alguna hormiga, ¿sois asesinos de animales?”.

Pero el intento de rebajar la tensión no ha funcionado. La absoluta falta de autocrítica y empatía del salón de belleza incluso ha reavivado las reacciones más críticas que no comprenden cómo puede equipararse un acto voluntario de daño a un animal, con un hecho totalmente fortuito, tratando de justificar lo injustificable. Porque, otra cosa que tampoco consigue entender nadie, es la supuesta gracia en llevar uñas con animales vivos o muertos en su interior, a la vista de todo el mundo.

Esta anécdota quizá sirva para traer reflexiones sobre cómo algunas personas siguen justificando la crueldad animal en aras a cuestiones tan triviales como la estética, aplicables al uso de pieles o a la propia cosmética. Una reflexión sobre el coste beneficio, en el que un criterio de belleza pasajero se impone al sufrimiento y abuso animal, e incluso a situaciones que ponen en riesgo a determinadas especies.

Parece que, en este momento en que tantas cosas que siempre se han dado por sentadas, se someten a una revisión y a puntos de vista más avanzados y sostenibles, este debate está de plena vigencia.

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