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Madres concienciadas en alerta por la mala nutrición de los menús de guardería
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Madres concienciadas en alerta por la mala nutrición de los menús de guardería
15/03/2019
De entre las muchas maneras en las que los nuevos padres se esfuerzan por educar y cuidar a sus hijos fuera de errores pretéritos, está el de la vigilancia de su alimentación. Sin descuidar las necesidades nutrientes que los pequeños necesitan, puede desarrollarse una actividad educativa en cuanto a hábitos alimenticios desde muy pronta edad. Alimentos que están lejos de procesados y campañas de “primeros-productos-para-niños”, ayudan a padres que no quieren seguir los caminos trillados que las empresas les van marcando.
Pero llega el momento en que la vida cotidiana obliga a perderlos de vista unas horas al día. Comienzan los kindergartens, guarderías y escuelas. Allí, las meriendas y almuerzos, aunque sean conocidos por los padres, no siempre cumplen sus expectativas. Cierto es que resulta invariable que casi ningún progenitor crea que, como en casa, no va a comer… a menos que los padres admitan ser pésimos cocineros. Pero lo más habitual es sospechar que las necesidades alimenticias más que satisfacerse, se parchean en los centros académicos.
Menús económicos, a veces parejos a aquellos que en los restaurantes llevan el rótulo de “Menú infantil” y que suele tener una composición mínima de elementos difícilmente variables: algo de pasta, pollo procesado y un postre al que, probablemente, le sobre azúcar.
Es este uno de los elementos más vigilados por estos padres con nuevo criterio: la presencia de cualquier clase de azúcar o sucedáneo, procesada y con vía libre para ejercer su capacidad adictiva y poco saludable en los críos.
Cuando alguno de estos progenitores se implica en averiguar con detalle la composición del menú e incluso seguir la trazabilidad de los productos, es que estamos ante alguien que no está dispuesto a dejar pasar ninguna falta de criterio. Bajo el pseudónimo de María, una madre malagueña ha protestado por la composición del menú infantil de la guardería de su hijo: croquetas, palitos de merluza, salchichas. Y un cacao soluble con su inapelable nivel de azúcar. Azúcar también presente en zumos envasados y fruta, pero con práctica ausencia de verduras. María visitó otras guarderías de la ciudad, y descubrió que solo una tenía un criterio más estricto y saludable.
Se dio cuenta así de que todo el cuidado dietético que había puesto en su hogar sobre su hijo durante sus primeros 16 meses de vida, iba a ser arruinado. ¿Es este un acto descuidado por parte de la Administración, de las inspecciones que se llevan a cabo en este aspecto de las actividades de las guarderías?
No exactamente: las Administraciones emiten guías y documentos estratégicos acerca de la alimentación de nuestros pequeños. Pero son únicamente sugerencias. No hay obligatoriedad de seguirlas o de seguirlas de manera estricta.
Algunos movimientos creen que hay que abandonar la idea comercial, industrial, de que el niño necesita un menú propio, diferenciado de un buen menú adulto. Las etiquetas de “su primer ponga-aquí-el-producto-que-quiera-vender”, son meras estrategias comerciales que no compensan su supuesta adecuación al metabolismo infantil.
Nutricionistas como Jessica Gutiérrez del Pino defienden que los niños comerán aquello que tú les acostumbres a comer y señala la importancia de que eso incluya alimentos impopulares. Ella usa el ejemplo de la sana coliflor. Pediatras como Eric Ball, del Children’s Hospital de Orange County (California, USA), defienden tácticas tan sencillas como que la constante saciedad es enemiga de la buena alimentación: un niño con apetito no saciado, acepta mejor el probar nuevos alimentos. Y ese primer año de vida del niño, es óptima para suministrarle toda una amplia gama de sabores. Trucos de abuela, pero que funcionan. Hay países, como India, en los que el momento en que los niños proceden a ingerir comida sólida, tienen nombre y ceremonia propio. Y se celebra. Lo llaman Annaprasana.
Por el contrario, en países como España hay carencia alimentaria. No en cantidad, sino en calidad. Es una peligrosa malnutrición basada en grasas, azúcares, bollería o precocinados industriales. Una malnutrición muy característica que lleva a la grave obesidad infantil. Toda una paradoja.
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