Oh! Parece ser que estás usando adblocker. Puedes seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site.
Vídeo
Una granjera la había encontrado completamente cubierta de miel y la dejó a la entrada de la colmena para que sus compañeras la ayudasen
Vídeo
Una granjera la había encontrado completamente cubierta de miel y la dejó a la entrada de la colmena para que sus compañeras la ayudasen
14/09/2018
De las miles de especies de abejas que habitan en este planeta, sólo las “abejas de miel” viven en sociedades comunales. El resto pertenecen a distintas especies de “abejas solitarias” que se comportan como muchos otros insectos que no forman parte de grupos estructurados.
Desde nuestro punto de vista como animales sociales, las colmenas de abejas de miel se estructuran de manera que roza la perfección.
Por un lado está la abeja reina, que con sus segregaciones controla el comportamiento de los demás miembros de la colmena y que se encarga de poner los huevos que perpetuarán la especie.
Por otro lado están los zánganos, es decir, las abejas macho. Su principal función es fecundar a la reina, aunque también se harán cargo de las crías mientras es necesario. En verano y primavera suelen vivir en la colmena, pero cuando la comida escasea en invierno tienen que buscarse la vida por sí mismos.
Y por último, el eslabón más importante de la cadena: las abejas obreras. Todas son hembras que no se han desarrollado sexualmente y están al cargo de todas las tareas comunitarias: buscar alimento, construir la colmena, protegerla, ventilarla con sus alas o incluso limpiar a alguna compañera que haya quedado embadurnada de miel.
Una abeja de miel carniola (Apis mellifera carnica). Fotografía: Richard Bartz
En una sociedad tan comunal, cada abeja es imprescindible para que la totalidad del grupo sobreviva. Por eso el vídeo que abre este artículo, donde varias abejas ayudan a una compañera en apuros, no debería sorprendernos.
Las imágenes fueron grabadas en una granja de arándanos en Michigan, EEUU. La granjera se percató de que una de las abejas había quedado completamente embadurnada y no podía moverse.
Con mucho cuidado la rescató y la colocó a la entrada de la colmena, con la esperanza de que las otras abejas supieran como ayudarla. Y efectivamente momentos después acudieron varias compañeras a limpiar la capa de miel que recubría a la pobre abeja.
Durante media hora vinieron más compañeras y poco a poco fueron limpiándola con esmero, hasta que quedó completamente libre para salir volando y continuar con su labor.
Teniendo en cuenta que cada año las abejas pierden población a pasos agigantados, el rescate de esta abeja es tremendamente relevante, sobre todo porque nos recuerda lo importante que puede ser un pequeño gesto como el que tuvo la granjera.
Ya todos conocemos el peligro que supone la desaparición de las abejas en el mundo, pero ¿qué podemos hacer nosotros y nosotras de manera individual?
Primero, plantar plantas autóctonas según la estación, para que las distintas especies de abejas puedan polinizar y reproducirse todo el año. Incluso si no tienes un jardín, siempre puedes colocar macetas en las ventanas con lavanda o geranios.
Segundo, abandonar el uso de pesticidas. No es difícil de imaginar lo dañino que es para las abejas estos productos químicos, por eso es necesario aprender sobre permacultura y diseñar nuestro jardín de manera que las plantas se ayuden entre si frente a los invasores.
Tercero, implicarse en las organizaciones que ayudan a estos pequeños polinizadores y hacer correr la voz. Recuerda que por muy pequeño que parezca tu esfuerzo, sumado al de todos tiene un gran impacto.
share