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Cada día le espera junto a la puerta para darle el mejor abrazo del mundo tras el trabajo
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Cada día le espera junto a la puerta para darle el mejor abrazo del mundo tras el trabajo
24/09/2018
Es realmente especial, una escena que te hace sentir una gran ternura, salvo que tengas sentimientos de caucho o un corazón de hormigón armado, porque cualquiera puede percibir la honestidad del cariño entre este perro y su cuidador y empatizar con la profundidad de ese afecto sincero.
El can, llamado Panthro vive en Río de Janeiro y se ha acostumbrado a saludar a su humano con la pata cuando éste llega de trabajar, luego se acerca a él y se estira para algo que sólo se nos ocurre denominar un sentido abrazo lleno de amor. Amor verdadero, como en los cuentos, pero, éste sí, de verdad, carente de engaño, egoísmo y segundas intenciones. Algo de lo que todos, en teoría, somos capaces, pero que escasea más que el oro y vale muchísimo más.
Pero esto no puede causar extrañeza a ningún amante de los animales en general y de los perros en particular, su sentido de la entrega y la lealtad son casi infinitas. Sus manifestaciones de cariño han dado sentido a más de una vida solitaria y quizá por eso una de cada tres familias del planeta tiene un miembro canino en algún momento de su vida, y acompañan sin distinción ni minorar un ápice su entrega, a aquellos a los que la sociedad aparta, las personas con distintas capacidades, o con enfermedades o condiciones limitativas o a los ancianos. Y allí donde se introducen canes, de repente todo cambia, la gente es más feliz, más sana, más sociable. Porque incluso nos ayudan a relacionarnos entre nosotros, y los programas en los que personas de tercera edad se comprometen a sacar a pasear perros de asociaciones voluntarias, manifiestan unánimemente que han encontrado un nuevo propósito en la vida y que gracias a su perro ahora hacen amigos en esos paseos, en los parques, al pararse en una tienda y empezar a hablar con un desconocido con el que se tiene en común...un perro. No se puede pedir más. O quizá sí, pero no a los perros, sino a toda la sociedad, para que se avance en una mayor concienciación sobre la necesidad de protegerlos, respetarlos, luchar contra el abandono y el maltrato, procurar una legislación que se aleje de la tradicional consideración de "cosas" y que recoja, de algún modo, sus derechos a una vida digna y en plenitud, con castigos ejemplares para quienes actúan con abuso y crueldad.
Nosotros somos sus custodios y compañeros, hemos de procurar su bienestar, salud y felicidad. Ellos no harían menos por nosotros. Seguramente más.
Momento del abrazo tierno entre dueño y mascota
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