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La División Antártica Australiana dejó una cámara prendida para que unos pingüinos la encuentren, ¡y ellos jugaron y se grabaron en grupo dejando estas maravillosas imágenes!
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La División Antártica Australiana dejó una cámara prendida para que unos pingüinos la encuentren, ¡y ellos jugaron y se grabaron en grupo dejando estas maravillosas imágenes!
18/05/2018
Está claro que a los homo sapiens nos gusta dar por sentado que reinamos sobre todo lo que puebla este mundo: vida animal y vegetal, minerales, elementos líquidos y, por supuesto, todo tipo de artefactos salidos de nuestras habilidades cognitivas.
Por eso, no deja de tener algo de broma lo recogido por este vídeo. Es ya una práctica habitual, casi un subgénero, el dejar un objeto tecnológico al alcance de un animal, a ver qué pasa, y registrarlo. Y en aras del avance científico, la grabación de las reacciones animales a la tecnología, nos suelen dejar testimonios, no sólo de los niveles de percepción o inteligencia de los animales en cuestión, sino también imágenes salvajes, crueles, curiosas, emocionantes o divertidas. Como la vida misma.
Tal fue la idea que registra este vídeo, en el que Eddie Gault, miembro de la División Antártica Australiana, deja en la proximidad de un núcleo de pingüinos emperadores, una cámara activada para recoger su comportamiento, aventuras y desventuras antárticas de una de las aves más simpáticas de la naturaleza.
Una vez localizada por un par de notables especímenes, al tropezar con ella y hacerla girar, miraron con esos ojos negros, profundos, como cabezas de alfiler de sombrero al ojo misterioso de la cámara.
Está en la naturaleza animal mirar a los ojos de otras criaturas. Así, en su instinto, este bello par de ejemplares (recordemos que los pingüinos emperador pueden alcanzar una envergadura de 130 centímetros y un peso de hasta 40 kilos) observan la oscura lente, ese ojo único y ajeno, probablemente viéndose reflejados y tratando de descubrir qué clase de extraño ser les contempla.
El resultado es el siguiente: parten de la evidente curiosidad, acercamiento y exploración del artefacto, luego hay una comunicación con su grupo en el que el cloqueo parece querer decir: “algo extraño, distinto aquí”- en libre traducción- y, finalmente, desde nuestro punto de vista del humano del siglo veintiuno bien nutrido de smartphones y IPhones y toda clase de phones, parece que estos bellos animales se estuviesen haciendo un selfie.
Esta especie de pingüinos figura como “casi en riesgo” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)
Es esta manía humana de pasarlo todo por el tamiz de nuestra visión de la realidad, pero en este caso el resultado es simpático, divertido y jovial.
Y ahora ahora, como hacemos con los selfies de amigos, familiares, novios… no sólo lo guardamos como un regalo de esta simpática tribu, sino que lo compartimos con el mundo, que para eso existe internet y las redes sociales. Y lo podemos acompañar de un mensaje, no sólo de simpatía, sino también de concienciación, siempre necesaria, hacia nuestra pequeña pero constante contribución a salvaguardar los hábitat recónditos en los que la vida salvaje sobrevive, como estos hermosos pingüinos emperadores, amenazados por un calentamiento global y una contaminación que nos tienen a nosotros como protagonistas y que necesitan de un compromiso y una acción decidida para cambiar el cauce de las cosas y preservar los equilibrios del Polo Antártico, su hogar.
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