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Se llama picozapato, está en peligro de extinción y es descendiente directo de los dinosaurios.
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Se llama picozapato, está en peligro de extinción y es descendiente directo de los dinosaurios.
17/12/2018
Para los poco puestos en Ciencias que comprendan los puntos que entrecruzan a la Zoología y la Paleontología, suele ser una sorpresa cuando se les informa de que los animales que mantienen la presencia de los rasgos de los extintos dinosaurios, sus más directos descendientes, no son los reptiles. El Cine, la Televisión, los Cómics y la Literatura que han conformado lo más pulp de la Ciencia-Ficción, han llevado a cabo la más básica y desinformada representación de aquellas míticas bestias como meras variantes de “lagartijas grandes”.
Poco a poco y gracias al éxito de otras producciones más célebres como las novelas y películas de “Parque Jurásico”, a pesar de sus también numerosas inexactitudes y licencias creativas, nos han acercado más a cómo debieron ser aquellas criaturas.
¿Quiénes son sus directos herederos pues, de entre los seres que hoy pueblan este planeta junto a los Hombres? Hombres que nunca, nunca, convivieron con dinosaurios, recordemos.
Los pájaros. Las aves. Ellos son los rastros de la herencia de especie y genética de los ancestrales dinosaurios. La Biología, los estudios genómicos, dan la demostración definitiva.
Aún así, probablemente estés dispuesto a admitir que te cuesta pensar en dinosaurios cuando contemplas a palomas, gorriones, gaviotas… Quizá más con buitres. ¿Pelícanos? Puede. ¿Pero quién sería el pariente emplumado que podría asemejarse más en su rareza a sus ancestros?
En estas imágenes podéis ver la respuesta más probable: se llama Balaeniceps Rex, comúnmente llamado Picozapato. Suena a nombre de personaje de dibujos animados, cierto. Pueden llegar a una envergadura de 150 centímetros de alto y 230 centímetros de extremo a extremo de ala. El pico que populariza su nombre es de gran tamaño. Su plumaje tiende al gris azulado mezclado con blanco. Patas luengas y oscuras. Pero el detalle que le otorga un aspecto decididamente distinto y que captura tu mirada está precisamente en sus ojos: unos párpados blancos.
La primera vez que un espécimen de picozapato fue estudiado , aconteció en 1850 y lo logró un ornitólogo y colaborador del mismísimo Charles Darwin, de nombre John Gould. Su hábitat se encuentra en la zona que comprende lo que hoy llamamos Zambia, Sudán, Ruanda, Uganda y partes de Tanzania y Zaire.
La buena noticia es que estáis viendo al descendiente más visualmente espectacular de los dinosaurios. La mala noticia es que está en riesgo de extinción. Y no todo es culpa de los humanos. El picozapato es una especie dotada con el gen del cainismo, permitidnos la licencia poética. La hembra pone solo dos huevos, pero poco después de haber nacido, las crías se enzarzan en una lucha. Lucha a muerte. No es que lo mate, pero el ganador debilita tanto al otro, que los padres escogen “naturalmente” ayudar a sobrevivir al fuerte, dándole todo el alimento y la atención.
Con cierta dosis de humor negro, hay naturalistas que afirman que, ya que el huevo que primero eclosiona suele ser el ganador en la lucha por sobrevivir, el segundo huevo vendría a ser una especie de copia de seguridad por si algo imprevisto aconteciera. Una dura Ley Natural que garantiza la supervivencia de un ejemplar.
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