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El pequeño, de apenas dos años de edad, pendía de un tercer piso con la cabeza atrapada entre los barrotes de la ventana
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El pequeño, de apenas dos años de edad, pendía de un tercer piso con la cabeza atrapada entre los barrotes de la ventana
08/10/2018
Hace algunos meses, en concreto el pasado mes de mayo, media Europa se conmovió por las imágenes de Mamoudou Gassama un joven inmigrante ilegal que trepó una fachada en París hasta un sexto piso para rescatar a un niño pequeño que estaba a punto de caer al vacío. Aquellas imágenes conseguían tenernos en vilo mientras veíamos al héroe saltar de un balcón a otro, cada vez más alto, y conteníamos el aliento porque cualquiera de los dos podrían haber resbalado o no auguantado más en cualquier momento. Cuando el rescate se consumó parecía casi increíble. Y el impulso de hacer el bien de un joven que no tenía nada y podía perder la propia vida, hizo que el propio Presidente Francés Emmanuel Macron le ofreciese la ciudadanía y trabajo a aquél héroe venido de África.
Un caso muy similar acaba de suceder en China, en la ciudad Zhuhai que se encuentra al sur de la provincia de Guangdong y, sin duda es el sino de estos tiempos, también ha sido recogido en video.
En las imágenes vemos también a un niño de muy corta edad, en este caso casi un bebé, de apenas dos años que cuelga de un balcón. Pero no sostenido por sus manos, sino por su cabeza que se ha quedado atrapada entre los barrotes que cierran la ventana del tercer piso en el que se encontraba. La situación es extremadamente crítica tanto por la posible caída, como por el hecho de estar suspendido de este modo por su cráneo.
Vecinos y testigos ven al niño con alarma y angustia. En busca de posibles soluciones algunos extienden una sábana pensando en cogerlo al vuelo o, al menos, aminorar el golpe si finalmente el pequeño cae. Pero Su Tianwang, un hombre que se encontraba en la zona, no espera a que caiga. Ante el asombro de los presentes empieza a escalar la fachada del edificio. El ejercicio no es sencillo, pero Su Tianwang no cede y lo intenta. Cuando llega hasta el pequeño, lo sujeta y sostiene a pulso por más de veinte minutos, evitando tanto la caída como posibles lesiones en el cuello del niño. Cada minuto es una agonía en una situación de máxima tensión, pero el hombre aguanta sin ceder un ápice hasta que llegan los bomberos quienes pusieron un final feliz al episodio liberando al niño tras cortar el enrejado.
Otro ejemplo de heroísmo, el bien por el bien sin buscar nada a cambio, sobreponiéndose a lo que cualquiera entiende como límites razonables. Actos dignos de admiración que aplaudimos y difundimos, para que cunda el ejemplo. Y la esperanza.
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