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Video: Así se siente de caminar por el puente de cristal más alto del mundo

China inaugura el puente de cristal más largo y alto del mundo: sólo 4 cm de cristal te separan de caer desde una altura de más de sesenta pisos

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Video: Así se siente de caminar por el puente de cristal más alto del mundo

China inaugura el puente de cristal más largo y alto del mundo: sólo 4 cm de cristal te separan de caer desde una altura de más de sesenta pisos

 

María L. Cid

18/10/2018

Mucho antes de los Brain Games o juegos mentales, ya en cualquier circo de los que recorrían los pueblos con payasos tristes, viejos elefantes y mujeres enfundadas en tanta lentejuela como maquillaje, jugaban con nuestros sentidos y nos hacían asombrar y reír con las falsas sensaciones que nos produce la lucha entre nuestro cerebro instintivo y el racional. Quién no ha visto las salas de espejos deformantes, o entrado en una de aquellas casas llenas de trucos ópticos que nos hacían creer que estábamos en una cuesta imposible de subir cuando realmente el suelo estaba tan llano como siempre. De una de esas habitaciones tardé yo casi quince minutos en poder salir, por mi empeño en clavar mis pies firmemente y empujar como si de escalar el Everest se tratase, cuando lo único que tenía que haber hecho era cerrar los ojos y avanzar con normalidad.

Algo así deben de pensar muchos de los que se han acercado a contemplar el último logro de la ingeniería china.

El puente colgante del Parque Nacional de Zhangjiajie era hasta el pasado mes de diciembre el puente de cristal más grande del mundo, una atracción nacional y mundial, destinada a impresionar a sus visitantes. Y lo lograba. Con tanta eficacia que se decidió apostar nuevamente por esta concepto pero, como decían en aquellos circos de los que hablábamos, aderezado con un "más difícil todavía!". Y ése es el nuevo puente Hongyagu, mucho más largo, y mucho más alto. La perfecta conjugación entre la contemplación de la naturaleza más impresionante, con un poco de espectáculo a través de la emoción de creer que estás suspendido en el aire al borde de la misma muerte. Esa mezcla de terror y belleza que consigue subyugar a todo el que la experimenta.

El diseño del puente es una maravilla de la ingeniería: con más de mil piezas de vidrio transparente de cuatro centímetros de grosor , su peso supera las setenta toneladas y puede soportar el peso de hasta tres mil personas al mismo tiempo. Sin embargo, los protocolos de seguridad, han establecido el límite permitido en no más de seiscientas personas al mismo tiempo. Personas que se encontrarán a más de doscientos metros de altura, como si estuviesen en el piso sesenta y cinco de un rascacielos, pero con sólo cuatro centímetros de cristal bajo sus pies. Un "chute" de adrenalina para nuestro cerebro reptiliano, ésa parte antigua de nuestra materia gris encargada de los instintos y los miedos grabados genéticamente para protegernos del peligro y asegurar nuestra supervivencia. Esa parte del cerebro que no entiende de leyes de la física, ni de ingeniería, ni de la resistencia de los materiales y que, al mirar abajo, nos impele a salir corriendo para cruzar cuanto antes los más de cuatrocientos metros de largo del puente, hasta pisar tierra firme. Un de los ingenieros responsables del puente lo ha expuesto así: “Es la relación entre el miedo impulsada por las emociones y la comprensión lógica de la seguridad. Estas estructuras se encuentran en el límite entre esos dos sentidos de contraste y la gente a la que le gusta desafiar su mente racional en relación con su miedo irracional”.

Algo así deben de pensar muchos de los que se han acercado a contemplar el último logro de la ingeniería china.

El puente colgante del Parque Nacional de Zhangjiajie era hasta el pasado mes de diciembre el puente de cristal más grande del mundo, una atracción nacional y mundial, destinada a impresionar a sus visitantes. Y lo lograba. Con tanta eficacia que se decidió apostar nuevamente por esta concepto pero, como decían en aquellos circos de los que hablábamos, aderezado con un "más difícil todavía!". Y ése es el nuevo puente Hongyagu, mucho más largo, y mucho más alto. La perfecta conjugación entre la contemplación de la naturaleza más impresionante, con un poco de espectáculo a través de la emoción de creer que estás suspendido en el aire al borde de la misma muerte. Esa mezcla de terror y belleza que consigue subyugar a todo el que la experimenta.

El diseño del puente es una maravilla de la ingeniería: con más de mil piezas de vidrio transparente de cuatro centímetros de grosor , su peso supera las setenta toneladas y puede soportar el peso de hasta tres mil personas al mismo tiempo. Sin embargo, los protocolos de seguridad, han establecido el límite permitido en no más de seiscientas personas al mismo tiempo. Personas que se encontrarán a más de doscientos metros de altura, como si estuviesen en el piso sesenta y cinco de un rascacielos, pero con sólo cuatro centímetros de cristal bajo sus pies. Un "chute" de adrenalina para nuestro cerebro reptiliano, ésa parte antigua de nuestra materia gris encargada de los instintos y los miedos grabados genéticamente para protegernos del peligro y asegurar nuestra supervivencia. Esa parte del cerebro que no entiende de leyes de la física, ni de ingeniería, ni de la resistencia de los materiales y que, al mirar abajo, nos impele a salir corriendo para cruzar cuanto antes los más de cuatrocientos metros de largo del puente, hasta pisar tierra firme. Un de los ingenieros responsables del puente lo ha expuesto así: “Es la relación entre el miedo impulsada por las emociones y la comprensión lógica de la seguridad. Estas estructuras se encuentran en el límite entre esos dos sentidos de contraste y la gente a la que le gusta desafiar su mente racional en relación con su miedo irracional”.

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