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Aún hay muchas escuelas con normas estéticas, ¿qué opinas? ¿Es más importante vestir de acuerdo a códigos escolares determinados que educarse? Además, en este caso. la familia de Clinton cree que la expulsión fue un acto xenófobo.
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Aún hay muchas escuelas con normas estéticas, ¿qué opinas? ¿Es más importante vestir de acuerdo a códigos escolares determinados que educarse? Además, en este caso. la familia de Clinton cree que la expulsión fue un acto xenófobo.
31/10/2018
Clinton Stanley Jr. es un niño de seis años y -por lo tanto- una persona en constante formación. Su corta edad le hace estar buscando referentes. En casa, en el colegio y en lo que en ambos mundos aprende de su propia historia y ancestros.
Clinton lleva rastas (dreadlocks) porque sus padres aceptan el ideario filosófico que se acompaña de tal actitud estética. Su aspecto rastafari les vincula al ideario de un pueblo que quiere lucir así y adornarse también con otras actitudes vitales, recordando el espíritu de un pueblo al que la esclavitud transportó hace centenares de años desde África a la caribeña Jamaica. Reivindican una religión de paz que creció entre cadenas y grilletes en las Antillas.
Pero la escolarización de Clinton se iba a llevar a cabo en la escuela A Book’s Christian, de la ciudad de Apopka (Florida, Estados Unidos) y su ideario no concuerda con el aspecto del cabello del joven. O eso dicen. Y le dieron la opción entre cambiar su peinado o cambiar de centro académico. El padre de Clinton opina que en el fondo esto es un caso de xenofobia hacia su religión, ya que hay otros niños con el cabello igual de largo y que acuden con toda normalidad a las aulas del cristiano centro.
El director de la escuela ve el planteamiento del padre de Clinton como absurdo, ya que más del 90% de los alumnos son de raíces africanas y que lo que hay es una norma estética tan de rigor como lo sería la del propio uniforme.
Pero la familia de Clinton no está de acuerdo y aparte de viralizar el vídeo en el que se registra que el primer día de la escuela de Clinton se convirtió en un día triste al no poder acceder a las clases, han optado por mantener la estética- creencia de su hijo y buscar un centro en el que esto no sea impedimento alguno.
No es el de Clinton un caso único. En Londres, otro joven llamado Chikayzea Flanders vivió una situación muy parecida. Su escuela defendía la uniformidad estética como base de la igualdad educativa. Ambos casos son una pequeña muestra de que el rastafarismo aún se ve plagado de leyendas, medias verdades y tópicos. Los dreadlocks resultan casi imposibles de no ver y, además, ninguno de ellos pretende disimularlos. Y eso provoca que todos prejuicios se disparen en un choque cultural, incluso cuando intervienen niños.
Todos hemos pasado por la fenomenología del “primer día de clase” -algunos, varias veces- y es algo que debería resultar siempre en una buena y feliz experiencia. Por desgracia para Clinton, esta vez no sucedió así.
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