Bioguía utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left

Vídeo

Este bebé prueba el limón por primera vez, y su reacción es impagable

¿Por qué nos resultan tan irresistibles los bebés y sus monerías? La respuesta, claro, está en la ciencia

Vídeo

Este bebé prueba el limón por primera vez, y su reacción es impagable

¿Por qué nos resultan tan irresistibles los bebés y sus monerías? La respuesta, claro, está en la ciencia

 

Maribel Jiménez

10/08/2018

A partir de los seis meses el niño está apto para probar nuevos alimentos. Se recomienda ofrecerle toda una variedad de texturas y sabores para que el pequeño se vaya adaptando.

Muchos padres se divierten al ver cómo reacciona su pequeño ante un nuevo sabor. En este vídeo, una madre le pone un gajo de limón entero en la boca del niño. El pequeño arruga su nariz, sacude la cabeza, agita los brazos y frunce el ceño como modo de rechazo al sabor amargo.

La madre insiste pero el pequeño ya ha aprendido y solo gira la cabeza para decir no. Una reacción muy normal en estos casos. Los bebés suelen mostrar los mismos signos de negación que este pequeño ante un sabor que no les gusta. Este rechazo suele disminuir con los años y suele durar hasta la mitad de la adolescencia.

Sin embargo, aunque sepamos que el limón será un sabor que no acepte el pequeño, siempre es gracioso ver su reacción. Sobre todo para sus padres. Lo mejor es ofrecerle al niño un abanico de alimentos y que sea él el que decida cuál probar y cuál es el que más le gusta. De esta forma evitaremos problemas como el miedo al comer nuevos alimentos o neofobia.

Los bebés prefieren los sabores dulces

Los bebés al nacer muestran preferencia hacia los sabores dulces como la leche materna. Así lo recoge en una investigación la revista científica Physiology & Behavior. Este informe asegura que los niños adoran lo dulce y huyen de los sabores salados.

De hecho, otro estudio realizado por la doctora Mennella y sus colaboradores publicado en la revista científica PLoS One en el año 2014 nos da más detalles, “el brusco rechazo innato de los bebés al sabor amargo (como el de las verduras, pero también de determinados medicamentos que en ocasiones es imprescindible dar al menor) les protege de la ingestión de venenos, dado que muchos compuestos amargos -aunque no todos- son tóxicos. En la infancia, el riesgo de envenenamiento accidental es mayor (los niños se llevan a la boca casi cualquier cosa a su alcance)”, recoge el estudio.

Para las doctoras Mennella y Bobowski, "el gusto del dulce y la aversión a los sabores amargos reflejan la biología básica de los niños". Hay que tener en cuenta esta característica para no pensar que un niño debe alimentarse con todos los alimentos que le administre un adulto. A pesar de ello, no hay que asociar los sabores dulces directamente al azúcar ya que los alimentos azucarados no son recomendados para los bebés o niños. Mennella y Bobowski añaden que “los bebés o niños que ingieren mayores cantidades de alimentos azucarados tienen una mayor predisposición a consumir tales alimentos años después, algo que incrementará su riesgo de padecer las enfermedades crónicas relacionadas con la elevada ingesta de azúcar”.

share