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A cinco meses de la muerte del ultimo rinoceronte macho, recordamos con tristeza su partida. Hoy solo nos quedan dos hembras vivas de rinoceronte blanco en el planeta
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A cinco meses de la muerte del ultimo rinoceronte macho, recordamos con tristeza su partida. Hoy solo nos quedan dos hembras vivas de rinoceronte blanco en el planeta
07/09/2018
Sudán, se llamaba. Y tenía 45 años. Lo cuál en un rinoceronte equivale a 90 años de nosotros, los humanos. O sea, su muerte era de alguna manera algo esperado. Su salud era mala y sufría por una severa infección en una de sus patas. Así que los responsables de la reserva natural keniata de Ol Pejeta, dónde habitaba desde 2009, optaron por eutanasiarlo ante la contemplación de su dolor e incluso de su reciente incapacidad para ponerse en pie. El pasado 19 de marzo, el último rinoceronte blanco macho dejó este mundo.
Dejó dos viudas, podríamos decir con una leve carga de frivolidad. Pero esta frivolidad se hiela al saber que estas dos hembras son las únicas que restan de la subespecie de rinoceronte blanco en todo el mundo.
Sudán era el único rinoceronte blanco macho superviviente.
Ha habido, no obstante, intentos de lograr su perpetuación genética. Primero con un crowdfunding para buscar la fertilización de las hembras. Se hizo con humor y marketing, abriendo para Sudán un perfil en Tinder. Su “autodescripción” era tal que así: “Soy único. En serio. Soy el último rinoceronte blanco que queda en todo el planeta. No quiero sonar muy lanzado, pero el futuro de mi especie depende de que tú y yo nos juntemos. Me gusta comer pasto y chapotear en el lodo, me encantan las nuevas experiencias. Mido 1.80 m y peso 2,200 kilos, pero no creo que el físico importe”.
Se obtuvieron nueve millones de dólares para investigación. Sudán era demasiado mayor para la cópula, pero se logró extraer material genético. Conste que la inseminación artificial nunca se ha intentado con la especie del rinoceronte. Pero para eso son los retos y las buenas causas: para lograr que haya misiones que dejen de ser imposibles.
Es una carrera contrarreloj y más cuando entran factores que no deberían existir, como la caza furtiva. El cuerno de rinoceronte es un fetiche muy cotizado en Asia por dos motivos: uno es para su uso en la medicina tradicional. Da igual que todo sean mitos científicamente infundados. Tampoco importa a las mafias de perpetradores que el principal motivo de arrancar el cuerno de un rinoceronte sea la vana esperanza de recuperar un perdido vigor y apetito sexual. El otro uso para acometer la obscenidad de la caza furtiva es la mera presunción social, ya que su posesión es tenida en partes de Asia como un ítem de lujo extremo.
Pero una vez más otra especie muere, desaparece de la faz de la Tierra. Y no hemos llegado a tiempo de solucionarlo. Esperemos que la Ciencia logre romper esta barrera con la inseminación gracias a los materiales genético del último macho blanco.
Adiós, Sudán. Puede que parte de ti renazca, algún día.
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