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Esta ballena se acerca a una embarcación... ¡para recibir unos mimos! La sociabilidad de las ballenas grises permite que los humanos se aproximen y las acaricien como si fueran mascotas
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Esta ballena se acerca a una embarcación... ¡para recibir unos mimos! La sociabilidad de las ballenas grises permite que los humanos se aproximen y las acaricien como si fueran mascotas
19/09/2018
El Hombre tiende a desear acercarse a la Naturaleza y a sus criaturas. A veces por espíritu aventurero, a veces por experimentar la visión de su Belleza bien de cerca.
Otras veces, por desgracia, para cazar, como en el caso de los safaris.
Hay expediciones que son afortunadamente, incruentas. Y bien es cierto que cuánto más difiere la especie a la que visitamos de la nuestra propia, el asombro es mayor.
¿Has soñado alguna vez con nadar entre tiburones? ¿Delfines? ¿Ballenas?
¿Y en tocarlos?
“Claramente a las ballenas grises les gusta que las toquen y tienden a contagiarse de las emociones de la gente”
La idea de estar en el agua -aunque sea en un bote- en proximidad a una ballena, ya te roba el aliento. Su magno tamaño, la potencia de su organismo, el latido de su corazón, el asombro de que sean mamíferos, ya supone una emoción en sí.
Pero tocarlas. Además, tocarlas. Su húmeda piel, poblada de pequeños organismos que la habitan. Su boca y las barbas con las que filtra el alimento y en la que intentas ver algo lejanamente parecido a una sonrisa. Todo está en nuestra mente, claro. Todo, excepto la magnificencia de tales criaturas, que nos asombran.
Charles Harmer y su socio Mike Nulty, de la empresa Silver Shark Adventures pone a disposición de sus clientes unos eco-tours, unos viajes en el estado mejicano de Baja California Sur, la posibilidad de aproximarse a grupos de ballenas grises. Estos especímenes tienen entre su carácter un grado de sociabilidad que lo permite. Si se hace tranquilamente y sin acciones que las perturben, permiten que las embarcaciones se aproximen a ellas.
Las ballenas grises permiten esta interactuación. Dejan que los visitantes les toque. Algún osado incluso se inclina y besa la piel del cetáceo. Los responsables de la empresa están convencidos de que una experiencia así te influye e incluso cambia, respecto a la suerte que en otras partes del mundo corren las ballenas. No olvidemos que los humanos hemos sido su mayor depredador y la literatura popular ha reflejado las eras de enfrentamiento y persecución de los humanos hacia los cetáceos, así como la demonización por parte de los humanos de estas criaturas. Todo ello llevó, por ejemplo, a la extinción de las ballenas en el Atlántico Norte ya entrados en el siglo XX.
Aunque hoy hemos disminuido nuestro nivel predatorio para con ellas, las ballenas siguen siendo nuestras víctimas -junto con tantas otras especies marinas- por causa del nivel de contaminación al que sometemos a los Océanos y la sobreexplotación de los recursos y las especies.
Quizá, en un mundo en el que fuéramos capaces de tocar a todas las especies mientras aún estén vivas, empatizaríamos más.
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