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Así volvió locos a los vecinos holandeses una "carretera musical"

Era una iniciativa positiva, pero terminó molestando a todos.

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Así volvió locos a los vecinos holandeses una "carretera musical"

Era una iniciativa positiva, pero terminó molestando a todos.

 

Rocio Barquilla

18/05/2018

La Organización Mundial de la Salud (OMS) es tajante al respecto: el ruido es un factor ambiental que provoca enfermedades y reduce la calidad de vida.

Vivimos tan sumergidos en el ruido que realmente no somos conscientes del efecto que produce en nuestro bienestar físico y psíquico. Aunque podamos pensar que la contaminación acústica es producto sólo del ruido, lo cierto es que cualquier sonido puede afectar nuestra salud si es excesivo, repetitivo y molesto.

Las consecuencias de la contaminación acústica van más allá de los traumas acústicos o dolores de cabeza. Los efectos se manifiestan a nivel físico y psicológico, y el diagnóstico de su causa se complica ya que no es normal atribuir este tipo de efectos al ruido.

Entre los efectos perjudiciales para la psique se encuentran: estrés, insomnio, irritabilidad, agresividad, síntomas depresivos o reducción de la memoria. A nivel corporal, podemos vernos afectados por: problemas gástricos, aumento del colesterol, alteraciones menstruales, taquicardia, aumento de la presión arterial, fatiga o rigidez muscular. Desde luego la contaminación acústica no es ninguna broma.

De nuevo, no es necesario que el ruido sea desagradable de por sí, como el de una taladradora. Sólo es necesario que un sonido sea excesivo y repetitivo para volverse molesto. Un caso singular de contaminación acústica es la carretera musical “Zingende Weg, en Holanda.

Esta carretera “cantarina” está situada en la localidad de Jelsum, donde tienen su propio himno regional. Con la idea de compartir esta herencia cultural con los conductores, se instaló un sistema de franjas sonoras que al pasar los vehículos por encima eran activadas y “cantaban” dicho himno.

Como se puede observar en el vídeo, muchos lugareños enseguida se quejaron: “Especialmente quienes viven a lo largo de la carretera que lo escuchan 24 horas al día”, como comenta un joven residente en el vídeo. Obviamente, la razón del malestar vecinal no es el himno como tal, sino la repetición hasta la saciedad de un sonido que no pueden si quiera controlar.

Al final, el ayuntamiento se vio forzado a cerrar dicha parte de la carretera y desmantelar las franjas sonoras. Lo peor es que la carretera no se desmanteló sólo por los problemas acústicos que causaba, sino porque algunos conductores se atrevieron a conducir en sentido contrario sólo para comprobar como sonaría el himno del revés.

Aunque la idea fuera original y bien intencionada, las consecuencias demuestran que en la carretera lo mejor es conducir sin distracciones y sin molestar a los vecinos.

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