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En Japón, durante el Hiwatari-sai , los monjes caminan sobre brasas ardiendo sin quemarse. ¿Cómo es posible?
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En Japón, durante el Hiwatari-sai , los monjes caminan sobre brasas ardiendo sin quemarse. ¿Cómo es posible?
18/05/2018
No hay -no puede haber- civilización ajena al fuego. Lo de los smartphones es algo más prescindible. Pero no el fuego. Para la alimentación, la seguridad, la reposición de las fuerzas frente a la intemperie y… los ejercicios espirituales.
Parte de estos atávicos sentimientos han perdurado hasta nosotros en forma de fiestas populares o eventos religiosos. Y, últimamente, como evento y clímax, para algunos espiritual y trascendente; para otros, exótico.
En el vídeo que encabeza esta nota podemos ver a unos monjes budistas japoneses, habitantes del Templo Takao, que tras elaborar una gran hoguera, apagan casi todas las llamas y preparan los rescoldos en forma de alfombra de brasas para, a continuación, organizando su mente, dominando el primitivo miedo y avanzando con decisión con sus pies descalzos (previa pisada en una sustancia blanca que parece una especie de tiza en polvo) cumplen con la finalidad espiritual de tan osado ejercicio. Ejercicio, por cierto, que recibe el nombre de Hiwatari-sai.
\"En Japón celebran la primavera caminando descalzos sobre fuego para purificar sus mentes\", @Kemet2MkMert en Twitter.
En España y gran parte de Europa, la Noche de San Juan, del 23 al 24 de Junio, es la noche para tales funciones, con esa secular admiración por el fuego. Por ejemplo, en las horas previas, las últimas de la noche del 23, se celebra la llamada Ofrenda de las Móndidas en San Pedro Manrique (Soria). Con estas jóvenes solteras y elegidas por sorteo, y con el pueblo como testigos, unos decididos muchachos del lugar (aceptan extraños, pero no suelen abundar los voluntarios) caminan sobre brasas de roble convertidas en ascuas que alcanzan los 400 grados.
Los monjes lucen su vestimenta tradicional. Foto: @Kemet2MkMert en Twitter.
Seas japonés o soriano, místicas aparte, todo se basa en la firmeza de la decisión mental y -en un aspecto más físico- en la firmeza y constancia de la pisada, sin detenerse sobre las brasas. En la localidad soriana, por ejemplo, a diferencia de los monjes budistas, la carga que llevan sobre sus espaldas no es meramente espiritual: el peso de la muchacha o el amigo ayudan a que la presión de la pisada sea mayor y la brasa no llegue a combustionar la carne de los pies descalzos. Funciona: la prueba es que las lesiones son escasas, casi anecdóticas.
Foto: @enchanted_by_chaos en Instagram.
Y es un hecho que, en años recientes, algunos de estos ejercicios se han trasladado a sesiones de coaching y autoayuda. Previo pago, sí y llamándolo “firewalking”.
Es una prueba de autoconfianza, un desafío a uno mismo. Y racionalizarlo, a veces no es suficiente. Si ante la idea de apagar una cerilla con los dedos ensalivados te asaltan las dudas y el temor, mejor que no intentes lo de pisar las brasas. Y en un viaje al espléndido festival de los monjes en Japón, o en la noche de San Juan, disfruta con amigos y familia, junto a las brasas o una buena hoguera pero, eso sí, a una prudencial y respetable distancia.
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