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Qué es la misofonía y cómo puede estar arruinando tu vida

Imagina que cualquier sonido convencional, cotidiano, imparable a veces, te atosigue, te enerve, te altere y ponga a prueba tus límites.

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Qué es la misofonía y cómo puede estar arruinando tu vida

Imagina que cualquier sonido convencional, cotidiano, imparable a veces, te atosigue, te enerve, te altere y ponga a prueba tus límites.

 

María L. Cid

07/05/2018

Mira el video... ¿qué te provoca? Así es cómo oye los sonidosuna persona con misofonía.

Parece sacado de un cuento de Poe o de Mauppasant. Imagina que cualquier sonido convencional, cotidiano, imparable a veces, te atosigue, te enerve, te altere y ponga a prueba tus límites...

No se trata de confundirlo con la hiperacusia, que es la sensación de percibir algunos sonidos de manera anormalmente alta. No, se trata de una baja tolerancia, casi exigua, a algunos sonidos que suelen ser de carácter cíclico o reiterativo: alguien mascando, una gota de agua procedente de un grifo mal cerrado, o un silbido provocado por el viento… Para subrayar el efecto que se causa en los pacientes, recordemos que el término “miso” significa… “odio, aversión o desagrado”. Odio al sonido. Pero insistamos: no es una fobia, aunque puedan usarse terapias psicológicas e incluso hipnóticas para intentar conllevar esta condición.

Se trata de un trastorno neurológico que ha tardado bastante -hasta finales del S. XX, gracias a los estadounidenses Pawel y Margaret Jastreboff- en ser considerado enfermedad. Suele mostrar sus primeros síntomas al final de la edad infantil. Algún sonido en concreto lo desata y es como si se abrieran una puerta a la suma de otros similares que se van descubriendo.

Y es que, por ende, no hay tratamiento. No hay cura. Hay una especie de creciente abstinencia en el exponerse en público, fuera de lo que hoy llamaríamos, nuestra “zona de confort”. Lo que hacen en verdad los que sufren de misofonía es cerrarse en sí mismos, limitarse, cercenar sus actividades y vivencias. Por si acaso.

Se puede hacer terapia o cambios de estilo de vida, como usar protección contra los ruidos o crear zonas “libres de ruido” en el espacio donde vive la persona.Usar auriculares y música para ahogar los ruidos, usar tapones para los oídos para limitar la intrusión de ruido y practicar la relajación y la meditación para reducir el estrés son otras opciones recomendadas. También es recomendable hablar sinceramente con amigos y seres queridos para explicar su problema.

Entendamos lo cruel de esta afección: el malestar causado, el furor que puede llegar a provocar -y que en los casos más graves puede culminar en el daño causado a un animal de compañía, como desahogo o incluso en la autolesión- viene motivado por sonidos que para muchos son casi inaudibles o que su cerebro opta por discriminar y no percibir de manera relevante. Sin embargo, para los afectados por este trastorno, un compañero de mesa comiendo un bocado, una gotera, puede sumirle en un pozo de exasperación. Y todo eso mientras los que le rodean, o no le creen o no les importa. Estos pacientes ven agravada su condición por la incomprensión del escrutinio público. Antes, lo llamarían repelús. O manías. Pero es una enfermedad que algunos insisten en que debe ser tratada como un trastorno psiquiátrico.

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