Comer, comemos todos los días. Al menos los que pueden. Habrá gente a la que ni se le ocurra pensar que pueden existir opciones éticas a la hora de comer. ¿Ética? ¿Eso se come? ¿Crudo, cocido, se aliña? ¿Es la Ética una especia? ¿un suplemento alimenticio vitaminado?

A poco que se sepa de las actividades en los mataderos, las atrocidades de la cría masiva de cerdos, vacas, conejos, pollos… y su explotación, casi cualquiera con un poco de sensibilidad pensará en pasarse a engrosar las filas del veganismo o alguna de las otras modalidades de vegetarianismo, toda una cultura que lo transforma en algo más allá de una dieta, en una forma de vida.

Ahora bien, el noble impulso de la persona que llega a la conclusión de que no quiere ser cómplice de determinadas prácticas, puede verse frenado en seco si tus primeras experiencias resultan insatisfactorias o incluso, desagradables.

Las maneras de disminuir las posibilidades de una experiencia negativa se basan, en gran parte, en la información: busca en bibliotecas, en nutricionistas y, desde luego, en Internet.

Otro motivo para buscar fuentes solventes de información u opiniones equilibradas de usuarios, es si estás dispuesto a ir un poco más allá y experimentar con alimentos veganos motu proprio, adquiriendo y cocinándolos tú, aprendiendo técnicas y cómo mantener un equilibrio adecuado que evite desajustes alimenticios que puedan dañar tu salud.

Comidas como el tofu -que bien puede ser la piedra base de todo menú vegetariano- f que puede hacerte insoportable una comida si no se trata con gusto y cierta creatividad. No se trata de que lo ingieras con el mismo sabor y consistencia que un corcho húmedo, sino de encontrar estrategias que te sirvan para, engañar un poco a tu cerebro, y aprender a saborear nuevamente hallando la satisfacción en otras texturas y presentaciones.

De una manera o de la otra conste, que uno de los grandes hándicaps para pasarse definitivamente con cubiertos y bagajes a las filas veganas es el elevado coste. Se comercializan pocas marcas y a veces demasiado caras, y las económicas son limitaciones importantes a la buena voluntad, que a lo mejor, no puede soportar que tu opción ética sea sólo para ricos y que, mal que te pese, te veas obligado a seguir participando de un mercado animal que no te parece soportable.

Usa la Red a tu favor, nunca ha habido tanta información disponible, encuentra foros de gente como tú, busca buenas recetas para tus aventuras domésticas, buenas críticas para los restaurantes, busca y compara precios de los productos…

La información es clave y, al fin y al cabo, todo lo que merece la pena tiene un coste. Con conocimiento y equilibrio puede que acabes encontrando una nueva forma de vida que te haga sentir, por fin, en armonía. Si es así, felicidades. Y no olvides compartir todo lo que hayas aprendido.