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Así es como ponen a trabajar a los elefantes en Tailandia para divertir a los turistas

Los animales son obligados a pintar por obligación y para obtener dinero.

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Así es como ponen a trabajar a los elefantes en Tailandia para divertir a los turistas

Los animales son obligados a pintar por obligación y para obtener dinero.

 

María L. Cid

18/05/2018

Existe constancia de que en una subasta de la icónica casa Christie´s de Nueva York, ha llegado a pagarse casi veinte mil dólares por una pintura realizada por un elefante. Desconocemos los detalles de la operación y si el precio se debió a la improbable genialidad pictórica del paquidermo, a una operación de imagen de alguna persona, o a cualquier otra cosa. Pero no nos sentimos inclinados a ver con buenos ojos el caso, porque incluso en el mejor de los escenarios, sería una excepción a un oscuro negocio de maltrato y esclavitud de una de las criaturas más nobles que habitan la Tierra.



El fenómeno de los elefantes pintores es fruto de una huida hacia adelante, la creación artificial de una supuesta tradición que nunca lo fue y que sirve sólo para sacarles dinero a los turistas. Porque en Tailandia, el uso habitual de los elefantes era para el transporte de maderas, un negocio floreciente que se vio bruscamente interrumpido por una regulación restrictiva que prohibió totalmente el uso de paquidermos en estas tareas. Los propietarios de los animales buscaron otras opciones para sacarles rentabilidad y, en un momento en que el turismo internacional estaba en plena expansión y se revelaba como una fuente inagotable de ingresos, algunos empezaron a domarlos para realizar trucos. El de la pintura de cuadros fue uno de los más exitosos de cara a los occidentales en busca de experiencias exóticas.

¿Y cuál es el precio habitual de un cuadro pintado por un elefante? Muy lejos de aquella lujosa subasta de veinte mil dólares, lo normal es pagar entre quince y treinta dólares. Billetes manchados de sangre, sudor y lágrimas del mismo animal que los turistas creen estar admirando.

Y es que los paquidermos no son como los primates. Las diferencias físicas son evidentes, y las psicológicas no van a la zaga. Así que el espectáculo pictórico que vemos es el resultado de un cruel proceso de doma conocido como Phajaan, que puede traducirse literalmente como “romper el espíritu” del elefante, separarlo en la primera infancia de su madre, encadenarlo e iniciar un proceso de maltrato y tortura para que el animal haga cosas concretas ante las indicaciones del domador que, durante el espectáculo, se esconde tras su enorme envergadura y le indica con tirones de oreja qué hacer con la brocha.

Una vez, hace tiempo, en Tailandia los elefantes eran dioses. Pensemos en esto siempre que alguien nos intente convencer con el disfraz trivial del folklore o del acercamiento a otra cultura, que este tipo de burdas manipulaciones son otra cosa, una intolerable aberración.

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